Los Ángeles. – Las importaciones de productos petrolíferos en California alcanzaron en mayo su nivel más alto desde 2021, según datos de envío y fuentes del mercado, en medio de una reducción en la capacidad de refinación local y múltiples interrupciones en plantas clave, lo que obligó al estado a aumentar su dependencia de socios asiáticos para abastecer su demanda energética.
Según datos de la firma de análisis Kpler, las importaciones totales se elevaron a 279.000 barriles por día (bpd) en mayo, siendo el mayor volumen registrado desde junio de 2021.
Corea del Sur y otros exportadores de Asia suministraron cerca del 70% de ese total, reafirmando su papel como socios estratégicos para la región occidental de EE. UU.
“La capacidad de refinación de California se está reduciendo más rápido que su demanda de combustible, lo que obliga al estado a depender de las importaciones a largo plazo”, explicó Sumit Ritolia, analista de Kpler.
El aumento de las importaciones coincide con problemas operativos en refinerías clave operadas por Chevron, PBF Energía y Valero, lo que provocó escasez en el suministro regional y elevadas primas de precio en el mercado de la Costa Oeste.
“Hemos visto una escasez de suministros debido a varias interrupciones en las refinerías. Esto impulsó considerablemente los precios en el noroeste del Pacífico estadounidense y provocó un aumento de las importaciones”, afirmó Alex Hodes, analista de StoneX.
Los impactos se reflejaron en el mercado spot: la gasolina en San Francisco llegó a cotizar más de 40 dólares por barril por encima del precio de la Costa del Golfo, casi el doble del promedio del año, estimado en 21 dólares, según Austin Lin, analista energético de Wood Mackenzie.
Este repunte en las importaciones llega en un momento crítico para el estado, ya que se anticipa una mayor dependencia estructural de combustibles extranjeros.
Las empresas Phillips 66 y Valero han anunciado el cierre de dos refinerías en California para 2026, presionadas por regulaciones ambientales, costos operativos crecientes y una disminución en la demanda de gasolina debido al avance de los vehículos eléctricos.
El caso de California ofrece una señal temprana de los desafíos de suministro energético que enfrentarán los grandes mercados urbanos de EE. UU. en su transición hacia energías más limpias, mientras se ajustan las infraestructuras tradicionales de hidrocarburos.