Oslo. – En su más reciente informe titulado “Amoníaco en el Transporte Marítimo: Rastreando el Surgimiento de un Nuevo Combustible”, la sociedad de clasificación DNV analiza los desafíos que enfrenta la adopción del amoníaco como alternativa sostenible a los combustibles fósiles en la industria marítima, al tiempo que propone una hoja de ruta en dos fases para su implementación a gran escala.
Según el informe, el amoníaco ha dejado de ser una opción teórica y ya comienza a posicionarse como un combustible viable, aunque aún enfrenta obstáculos importantes como su toxicidad, los altos costos de producción y la necesidad de un marco regulatorio más sólido.
“Se están sentando las bases para el amoníaco como combustible, y la cartera de pedidos demuestra que ya no es solo un combustible teórico. La toxicidad y el alto coste del amoníaco siguen siendo un desafío. Con mecanismos de apoyo financiero específicos, desarrollo en infraestructura y sólidas regulaciones de seguridad, podemos avanzar”, indicó Knut Ørbeck-Nilssen, director ejecutivo de DNV Maritime.
Desde 2020, el uso del amoníaco como combustible ha registrado progresos tangibles en áreas como regulación, tecnología e infraestructura.
Existen 39 buques propulsados por amoníaco en cartera de pedidos, motores comerciales disponibles y pruebas exitosas de abastecimiento en puertos como Singapur y Róterdam.
No obstante, la producción global de amoníaco bajo en carbono aún es limitada, aunque se espera que alcance los 14 millones de toneladas anuales para 2030, gracias a proyectos ya confirmados.
“El actual marco de aprobación basado en el riesgo debe sustituirse por regulaciones prescriptivas exigidas por el Código IGF. También es crucial aumentar la producción, habilitar más puertos para el suministro de amoníaco y estandarizar la formación de las tripulaciones”, afirmó Linda Hammer, consultora principal de DNV y autora del informe.
El estudio de DNV concluye que, si bien el amoníaco tiene un alto potencial como parte de la futura combinación energética del transporte marítimo, su despliegue exitoso dependerá de la colaboración entre gobiernos, industria y organismos reguladores, así como del compromiso financiero y técnico a lo largo de la cadena de valor.