Santo Domingo, R.D. – A través del tiempo los muelles han representado una de las infraestructuras portuarias más importantes para el comercio, la logística y el transporte marítimo y fluvial.
Se trata de obras sólidas construidas con piedra, hierro o madera, diseñadas estratégicamente en la orilla del mar o de un río navegable.
Su función principal es facilitar el embarque y desembarque de personas y mercancías, y en muchos casos también sirven como abrigo para las embarcaciones.
Estas estructuras son comúnmente conocidas también como embarcaderos, desembarcaderos, atracaderos o incluso como parte del conjunto que compone un puerto.
A lo largo de la historia, los muelles han evolucionado desde simples plataformas hasta complejos nodos logísticos capaces de atender todo tipo de embarcaciones, desde pequeñas lanchas hasta grandes buques de carga o cruceros.
Un muelle moderno no solo permite el atraque seguro de las embarcaciones. También cumple funciones vitales como la carga y descarga de mercancías, el embarque y desembarque de pasajeros, el abastecimiento de combustible, el suministro de agua potable, y el manejo de residuos y desechos líquidos o sólidos generados por los barcos.
Su diseño varía según el tipo de tráfico marítimo que recibe, las condiciones del litoral y el volumen de operaciones.
En muchos países, los muelles forman parte esencial de las políticas de desarrollo portuario y están estrechamente vinculados al crecimiento económico y a la integración comercial internacional.
Ya sea en un pequeño puerto pesquero o en una terminal internacional de contenedores, los muelles siguen siendo una pieza clave en el engranaje del transporte global y del desarrollo sostenible.