En un escenario dominado históricamente por potencias tecnológicas y universidades con presupuestos multimillonarios, un grupo de estudiantes dominicanos ha dejado una huella imborrable en el Desafío de Exploración Humana con Rovers de la NASA (NASA HERC) 2025, celebrado en Huntsville, Alabama. Los equipos Apolo 27, del Instituto Tecnológico de Santo Domingo (INTEC), y AstroBosco, del Instituto Salesiano Don Bosco, no solo compitieron de tú a tú con los mejores del mundo, sino que lograron ocho premios en total, marcando un récord histórico para la República Dominicana y para la propia competencia.

¿Por qué esto es trascendental?

Porque en un concurso donde participan universidades de élite como MIT, Purdue, y Alabama, la delegación dominicana logró no solo igualar, sino superar a muchas de ellas en categorías técnicas, de innovación y espíritu de equipo. El equipo Apolo 27 RC se alzó con el primer lugar en la nueva categoría universitaria de rovers a control remoto, algo nunca antes conseguido en la historia del certamen. Además, fueron premiados en diseño, documentación, ejecución técnica y promoción STEM, demostrando que el talento no depende de la geografía, sino de la determinación.

Por su parte, el equipo AstroBosco, en su debut internacional y siendo de nivel secundario, se destacó con el Premio a la Mejor Estrategia en Redes Sociales y un STEM Engagement Award, compitiendo con estudiantes con muchos más recursos, pero no más pasión.

Una victoria simbólica y estratégica

Más allá de las medallas, este logro tiene implicaciones profundas: posiciona a la República Dominicana como un país capaz de formar talento competitivo a nivel aeroespacial, un sector trascendental para el futuro de la innovación, la exploración y el desarrollo tecnológico. También proyecta un mensaje esperanzador a toda una generación de jóvenes dominicanos: sí se puede, incluso cuando el punto de partida no sea el más favorable.

Comparación que inspira

Mientras muchas instituciones internacionales cuentan con laboratorios con acceso a tecnología de punta, los equipos dominicanos trabajaron con creatividad, disciplina y pasión. Lo que a otros les llega por tradición, a estos jóvenes les llegó por mérito, horas de trabajo voluntario y convicción. Y eso los hace aún más grandes.

¿Qué sigue?

Este hito no debe quedarse en la emoción del momento. Es una oportunidad para que el país apueste decididamente por la ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM) como motor de desarrollo. Invertir en estos jóvenes es invertir en el futuro de la nación.