Santo Domingo, R.D.– En una economía donde el turismo representa un pilar esencial, la aviación es clave para el desarrollo de la República Dominicana, aportando más del 10% del PIB nacional y generando más de medio millón de empleos, según datos de la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA).
No obstante, esta dependencia del transporte aéreo también conlleva una creciente huella ambiental.
El desafío actual es claro: mantener la conectividad sin comprometer los objetivos climáticos del país.
Frente a este reto, la producción nacional de combustible sostenible de aviación (SAF) surge como una oportunidad estratégica.
Un estudio de viabilidad apoyado por la OACI (Organización de Aviación Civil Internacional) y la Unión Europea indica que países como República Dominicana, con disponibilidad de caña de azúcar y residuos agrícolas, están bien posicionados para producir SAF a partir de etanol mediante tecnologías avanzadas como el proceso ATJ (Alcohol-to-Jet).
Además de la caña, se estudian otras materias primas como residuos agrícolas o el sargazo marino, lo que permitiría convertir pasivos ambientales en recursos energéticos.
Esta iniciativa no solo reduciría las emisiones de CO₂ —con potenciales reducciones netas de hasta un 80% frente al queroseno fósil—, sino que también aportaría beneficios económicos directos:
Revitalización del agro dominicano: la superficie sembrada de caña de azúcar ha caído drásticamente desde los años 80.
La demanda de SAF podría reactivar tierras agrícolas improductivas, generando empleo rural y dinamizando economías locales.
Seguridad energética: hoy, cerca del 50% del jet fuel que se consume en el Caribe se importa desde Estados Unidos.
La producción local de SAF reduciría esta dependencia y aumentaría la resiliencia del país ante variaciones del mercado internacional.
Captación de inversión y liderazgo regional: República Dominicana podría convertirse en hub caribeño de biocombustibles sostenibles, atrayendo inversión extranjera, conocimiento técnico y cooperación internacional.
Este modelo productivo sostenible permitiría a República Dominicana alinear su economía turística con sus compromisos climáticos, avanzando hacia una aviación más limpia sin renunciar al desarrollo.